sábado, 2 de agosto de 2008

Santiago Dabove ("bóveda", ¡lacaniadas!)




Con Tini nos gustaba desbaratar sueños. Uno proponía y el otro tiraba abajo. Probábamos nuestra resistencia. Alguno se enojaba. Siempre.

Tini me dice que le gustaría leer toda la obra de un autor, ser erudita en sus escritos, la más autorizada al momento de buscar información. Le digo que lo mejor es buscar algún autor que haya escrito poco. Recita lo clásico: Artaud, Rulfo, Salinger. Al pasar le agrego: Santiago Dabove. "¿Quién?", me pregunta.
Conocer un escritor que Tini no conocía, y encima que fuera medianamente destacado, era, cómo decirlo, a ver: Tini me mira y yo la miro. Nos congelamos unos dos minutos. Comienza a sonar cualquier canción de las Supremes, una bola de espejos llena de lunares de luz la escena, y un yo imposible baila lleno de placer.


Volvemos y le digo a Tini que Santiago Dabove fue un gran escritor, que sólo publicó los cuentos de “La muerte y su traje”, y que si no fuera por el ubicuo Borges, poco y nada sabríamos de él. Que reescribió La Metamorfosis, que la muerte fue el tema central de sus tramas, y que es difícil conseguir ese único libro.


¿Y vos cómo lo sabés?, me dispara. Bueno, está en el indispensable “Antología de la literatura fantástica”, ese cuento “Ser polvo”, el que te decía. Ojo, no es el mejor, según mi opinión. Hagamos una cosa, mañana a la tarde vamos a buscar el libro, seguro que lo encontramos en alguna librería de Corrientes. “Mañana es domingo, y las librerías de Corrientes no abren”, me contestó Tini. Siempre quise regalarle el libro para algún cumpleaños. Nunca lo hice. Extraño tanto a Tini.


PD: Horacio Salas prologa la edición que tengo de "La muerte y su traje". Copio el primer párrafo. No sean como Tini ni como yo, y consigan este libro, como sea. Ah, y si consiguen otra foto, me la hacen llegar. Pago al contado.

Que un hombre escriba en toda su vida un solo y breve libro no es algo que pueda llamar la atención: la mayoría no escribe ninguno. Que ese libro haya alcanzado notoriedad entre los especialistas, tampoco parece insólito: Gutierre de Cetina obtuvo su fama con sólo un madrigal. Pero que ese único volumen haya sido dedicado en forma exclusiva al tema de la muerte es algo menos frecuente y puede provocar cierta curiosidad. Este es el caso de Santiago Dabove, nacido en Morón, provincia de Buenos Aires, en 1889, y muerto en esa misma localidad sesenta y dos años más tarde.


Over.

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