lunes, 26 de enero de 2009

Do re mi, pum pam.







Para saber algo sobre la historia de las notas musicales y las escalas, es imprescindible leer a Pitágoras y a Guido de Arezzo. Como única anotación, me parece asombroso que la música tenga una fundamentación aritmética, que se va dando por espacios en el tiempo y en el instrumento: una cantidad de silencios y sonidos conforman una melodía, y a su vez, en la guitarra, por ejemplo, cada “tanto espacio”, se van cambiando las notas. Bueno, es un poco más complicado, pero es básicamente eso. Y por eso, a Tini le debo una bonita sugerencia que siempre recuerdo.

Según Tini, bastaría con aunar el sentido de la música con el de la química, y así se podría enseñar esa materia en un colegio secundario sin el merecido desprecio que se le tiene.
“Por ejemplo, se puede hablar de mezclas, de elementos básicos, de acordes, de cadenas, de escalas. Si uno se pone a analizarlo, te puedo asegurar que se el encontrarían tantas similitudes que sería asombroso. Hay como una danza en la química, una música, que si no se sabe enseñar, es una basura.”

Claro que siempre llega Lina al rato y desbarata brutalmente la idea: “Nena, ¿vos querés juntar a un profesor de química de secundario con el de música? Hablando de elementos básicos, traeme un profesor de química que aúlle con Deep Purple. Mejor, traeme uno de música que le guste.”

En ésta, Lina tiene razón.




Over.


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