miércoles, 21 de enero de 2009

Ellas seleccionan



Ayer leí el segundo volumen de “Una Historia de la Evolución” (Espasa Calpe, 1991). Sí, una enciclopedia, que vendría a ser como un parque de diversiones, donde el placer está en muchas partes, dura poco y en realidad, después de un tiempo uno ya quiere irse.

Enciclopedias. Me gustan los apartados de geografía y medicina, más que nada porque, de algún modo, cambian a la inversa. Un país que no existe, surge de la nada, otro se divide en dos o tres, y no pocos se diluyen en grandes uniones.

En cuanto a la medicina, cierta afirmaciones son conmovedoras, y a uno como que le viene la ilusión de poder viajar en el tiempo, agarrar al escritor del cogote y decirle: “¡Qué no, que estás diciendo cualquier burrada!”.

En cuanto a la “evolución”, en principio, todo lo que se escribió en el siglo XX, está regido por el darwinismo, a favor o en contra (ridículamente en contra), pero es como muy ortodoxo, y si no es por alguna patraña religiosa, el evolucionismo parece lo más obvio del mundo.

Ahora cito este pasaje de Svensk Anicius, un autor lituano radicado en Estados Unidos. Corresponde a un artículo más amplio titulado: “Territorio sexual. Mamíferos. Cortejo. Reproducción.”

“(…) Se deduce del comportamiento animal que los machos y las hembras no poseen un sofisticado criterio de belleza, y que son las hembras las que eligen al macho. ¿Es inocente esa elección? De los estudios que se realizaron en San Pablo, Brasil, hacia 1973, encargados para el Congreso que tuvo lugar ese mismo año, se pudo observar que los machos “premiados” por las hembras, poseían un menor grado de herencia de enfermedades u otras anomalías genéticas. Esto vendría a significar que la hembra puede, de algún modo, seleccionar al responsable de la procreación, todo con el objetivo de ir mejorando (si este término es posible), la especie.

A su vez, (…) el intrincado juego de seducción humano, pareciera no poner en juicio esta realidad. No se trata de una diatriba contra el amor, nada de eso, simplemente que la mujer elije lo “mejor” de entre lo posible. Ante su ímpetu reproductivo, apela al universo de cercanías masculinas, y de allí, paralelo a su voluntad o autónomamente, sin mediar un análisis formal, opta por ese hombre que la satisface emocional y biológicamente, siendo esto último, motivo de ardua discusión.”


Más allá de todo lo que puedo agregar, lo mejor es que estos dos párrafos dan para discutir tres noches seguidas. Y nadie se pondría de acuerdo. O sí. O no.


Over.



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