lunes, 19 de enero de 2009

Tren qué tren




Estoy en un tren. Sé que es un tren por los asientos, las ventanas, el pasillo, la puerta que comunica.

Estoy en un tren y me levanto de mi asiento y veo que no hay nadie. Sólo la oscuridad que se mueve, yo me muevo y afuera está todo quieto, o quizás nos movemos en tiempos diferentes, velocidades diferentes. El tiempo no me sorprende.

Estoy en un tren y no hay nadie y escucho el 2º nocturno de Chopin y ya no me parece tan vulgar, me vuelve a encantar, como si lo desconociera. Me duermo. Me despierto y todo sigue igual, lo que se mueve, se mueve, y lo que no, ahí está, observa, miente.

Estoy en un tren y sé que debería ir hasta la puerta que comunica, lo sé hace muchísimo tiempo, pero el tiempo aquí no me sorprende, ya lo dije, y sigue Chopin una y otra vez. Otra vez me encanta ese nocturno. Me duermo. Al levantarme ya lo sé. Por las buenas o por las manos, en algún momento debo ir hasta la puerta, abrirla y que el tiempo me llueva en las narices. Y verte. Quizás sea eso: verte.





Over.



PD: Para diferenciar el sexo de los mejillones, sólo hay que mirarles el color: Las que ostentan un color naranja, son ellas. Los más blanquecinos, ellos. Fácil.




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