Ahora que todo se reacomoda, golpeado de azar, voluntad o timba astrológica, recuerdo las palabras del Gran Maestre (único en su logia), que decían:
“Tenedle miedo a la felicidad, nunca al dolor; la paz no corre naturalmente por las venas. No confundas paz con equilibrio, ni muerte con silencio. El placer es un intermitente olvido del caos, la pena y la deshonra. No creas en la justicia, no existe tal cosa, ni reparos ni perdones. Nunca sueltes la amarra, el río siempre revive.”
(Roma, Siglo XIII)
Over.
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