Llega el dial a la sien y mejor hacer ruido. Entonces ahí va la tele. Entonces aparece un señor llamado Deepak Chopra, que según pude averiguar hoy, es un escritor de esos que te dicen cómo vivir bien, cómo estar tranquilo, cómo superar las crisis, en otras palabras, un manual lleno de brújulas y carteles.
Hasta ahí, todo entendible, cada cual empuña el revólver que le place. Ahora, estos gurúes del bienestar, alabados por la pobre gente que les compra sus libros y les financia sus conferencias, terminan por cruzar la línea y se meten donde no deben.
Ya devenidos en pseudo científicos, pseudos psicólogos y pseudos escritores, la emprenden contra la medicina, ese bastión que les ensombrece los bolsillos, como ya le sucedió a la iglesia católica y demás religiones.
Este tipo dijo, muy suelto de cuerpo, que las medicinas sólo tienen un efecto real entre el 20 o 25 % de quien las consume, y más aún, el efecto que producen es muy inferior al prometido.
Primero, a mí el ibuprofeno no me prometió nada hasta hoy, y el día que lo haga, comenzaré a preocuparme, claro.
Ya acorralado por su propia incoherencia, dispara: “Bueno, no en todos los casos, ante una sepsis hay que utilizar penicilina”, y ahí nomás se fue al grano: “los antidepresivos, ansiolíticos y cualquier psicotrópico, no solucionan nada”. Bien, estamos de acuerdo, porque yo no conozco ninguna medicación que solucione nada. Pero en el siglo XXi, que todavía haya este tipo de personajes abjurando contra los psicotrópicos, bueno, es increíble.
Yo le pregunto, señora: ¿El riñón y el hígado se merecen medicinas pero el cerebro no? ¿Acaso el cerebro no es un “órgano” del cuerpo humano? ¿Acaso para la medicina hay niveles de tejidos, células y líquidos que se ganaron un podio intocable?
Simplemente, y a modo de declaración, quiero decir que yo, Hernán Galli, siento estar en el medioevo del pensamiento, y que no subscribo a nada que en los próximos diez o quince años será una práctica cotidiana. Lo digo ahora, en el 2009, porque no quiero ser parte de esta manga de ignorantes. ¿O acaso es que el sol se mueve alrededor de la tierra? A la hoguera, blasfemos!
Over.
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