miércoles, 19 de marzo de 2008

Dios, Patria y Coca Cola






Este libro escrito por Mark Pendergrast es una muy buena investigación sobre la bebida global. Por momentos se torna un tanto anecdotaria y rebalsa de datos. No importa. Lo interesante está en la última hoja. En la anteúltima, el autor dice haber encontrado la fórmula de la Coca-Cola en los archivos de la compañía. La publica. Al dar vuelta la hoja, puede leerse un diálogo digno de Chandler, con un Marlowe cansado y un hábil hampón del otro lado. El diálogo es sostenido, en realidad, entre el autor del libro y un gerente de la compañía. Más o menos dice así:

- ¿Es posible que tenga la fórmula de la Coca-Cola?
- Quién sabe, puede ser. ¿Qué piensa hacer?
- Producirla.
- A ver, yo tengo la fórmula aquí mismo dentro de este cajón. Se la puedo dar si quiero. ¿Cómo va a llamar a su producto?
- Bueno, Coca-Cola no puedo, porque ustedes me entablarían una demanda. No importa, la llamaría Yum-Yum, y me esforzaría por hacer saber que es igual su producto.
- Bien, pero cómo haría para suplantar la centuria que venimos publicitando la Coca-Cola, cómo podría producir tantas botellas y latas para competir con nuestro precio, para qué una persona compraría Yum-Yum que es igual que la Coca Cola pero más cara. ¿Pudiendo comprar la original a menor precio, Ud. qué haría?

Ahí el autor finaliza el libro con un "Creo que no había nada más que agregar".

Pero Amit me escribe a los comandos desde el frente y dispara: Muy ingenioso el gerente, pero el Yum - Yum podría ser vendida como una bebida cuyas ganancias fueran a países pobres. Imagínate una "Coca-Cola" social, con ganancias que se repartan en cada Estado. Eso, que cada estado tenga una patente comercial con la fórmula y que lo que se produce en cada país, vuelve al mismo país en ganancias. Revolución Yum-Yum. Habría que pensar otro nombre.

Estimado Amit, apunte esta frase de Saramago: "No hay mejor guardián, que el miedo a que el guardián venga".

Over.

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