Ofrezco mis reinos y mis fortunas a quien encuentre una traducción al español del cuento The Dead (El Muerto), de James Joyce, que comience con la palabra “Lirio”. Según la regla, siempre se opta por no traducir los nombres propios. El cuento citado comienza: “Lily, the caretaker’s daughter...” Aquí, Lily es tanto un nombre de mujer como también el nombre que se les da a las flores que suelen encontrarse en los funerales. Si la temática del cuento es sobre un muerto, y la primera palabra ofrece la sutil ambigüedad, ¿se debería seguir la regla en este caso? Yo creo sí. Por un lado, no conozco a ninguna señorita llamada Lirio; por otro, la aclaración haría de lo sutil una grosería. ¿Traducir o no traducir? Por lo menos, se debe determinar la inexistencia de lo intraducible. Podemos pensar en los idiomas como juegos de espejos y al traductor como descifrador de imágenes. A ver, tomemos por caso la película Reality Bites. Se puede traducir como “Mordiscos de realidad” o bien “La realidad muerde”. En efecto, sin aclaración por parte de quien pronuncia o escribe las palabras, ambos significados son correctos. Ahora veámoslo al revés. Si encontrásemos el título: El Corazón ha fallado y la historia fuera sobre un hombre que debe tomar una decisión que le cambiará su vida, ese “fallar”, ¿no estaría jugando entre el significado de errar y sentenciar al mismo tiempo? O como la película El Abrazo partido que se está filmando estos días en Buenos Aires y que trata sobre un padre manco que se reencuentra con su hijo después de una separación de veinte años. ¿Cómo traducimos el juego de palabras?
Ilder Bret (Surinam, 1934-1986) dice que: “Lo difícil es una forma de lo fácil”. Eso es lo mismo que decir, por ejemplo, que lo bajo es una forma de lo alto. En conclusión, Bret no dijo nada interesante. Pero a mí me sirve para lo que quiero exponer. En esto de traducir, hay circunstancias que escapan al estudio y a los diccionarios. Hay un punto en el que se encuentran el sentido común y la buena suerte. Pero, admitámoslo, el buen tino es menos traicionero que la fortuna. Por lo tanto, hay cierta base en la traducción que no se puede poner en juego. Y esta base, muchas veces, la forman (o la deforman) los llamados “false cognates” o “falsos cognados” o “false friends” o “amigos falsos”. Esto es, palabras que parecen significar lo mismo en dos idiomas y sin embargo, el sentido es diferente. Por ejemplo, “realise” en inglés significa “darse cuenta” y no “realizar” como parece a primera vista. Bueno, sí, la lista de estos “amigos falsos”, al menos en los idiomas, no es tan abultada. Y este que ejemplifiqué es de los llamados “clásicos”. Ahora bien, vayamos a lo divertido. El libro en cuestión es Harry Potter y el Cáliz de Fuego. Quien lo ha leído probablemente no haya reparado en las líneas que hablan de un Harry Potter “embarazado” o en “situación de embarazo”. Imagino a algún lector recordando esa condición en la lectura. Siento decepcionar a los amantes de este pequeño mago, pero por suerte sus prodigios no han alcanzado aún a la biología. ¿De dónde viene el error? Justamente lo encontramos en aquellos “amigos falsos” de los que hablé antes. “Embarrasing”, en inglés, significa embarazoso, engorroso, delicado, y aunque pueda existir un embarazo embarazoso, nada tiene que ver con algún tipo de gestación. En fin.
Millones de palabras frenadas en millones de libros escritos en cientos de idiomas. Traductores herejes que luchan, felices, contra una babel insomne. Errores que endurecen las barreras del habla. La traducción como un lícito plagio que muchas veces mejora el original. Habrá que otorgarles también a estos oscuros paladines, su destino de olvido, esa amalgama de sueño que corre entre el recuerdo y la desmemoria.
1 comentario:
"Traductores herejes que luchan, felices, contra una babel insomne" (Me saco el sombrero. y hago equilibrio)
De una que la traducción también es creación, y producción. Y el traductor de alguna forma es un nuevo autor. Es todo muy cierto!
Son geniales los articulos que escribiste!
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