viernes, 28 de marzo de 2008

A la Caza de un Título



Quim Monzó ha escrito un cuento llamado “El Cuento”, pero que trata justamente de un hombre que escribe un cuento tan perfecto que no es capaz de encontrarle un título a la misma altura. Por lo tanto, decide hacer añicos el cuento perfecto por no hallarle título. ¿Es tan importante un título?. En 1976, Paul Auster escribió el libro Hand to Mouth, que Anagrama publicó en español bajo el título A Salto de Mata. Si usted es español, no hallará nada curioso en esa expresión. Pero si usted habla castellano y no ha vivido en España, se imagina a alguien o a algo saltando, y no termina de comprender el significado. Por ejemplo, en Argentina, el equivalente en español sería: “Con la soga al cuello”. ¿Traducir del español al español? No es muy difícil encontrar una traducción más abarcadora. Si no queremos caer en localismos ni en ese híbrido español neutro, podemos deci:r “Con el agua al cuello” o “Vivir al día”, y cualquier hispano parlante lo entendería.

Otro caso curioso es el libro de Salinger, The Catcher in the Rye. La primera traducción al español de ese título fue: El Cazador Oculto. La segunda, El Guardián en el Centeno. La razón del título la encontramos en el capítulo XXII, donde el protagonista le cuenta a su hermana sobre un juego que se desarrolla en un gran campo de centeno. En medio del campo hay un precipicio, y los niños que juegan ahí pueden caer en él. La misión del protagonista (sería ese “catcher”) es evitar que los niños caigan en el abismo. Pensémoslo un segundo. Sabemos que el juego no existe en la realidad, por lo que es una invención del autor para la novela. Por caso, en inglés, al juego de las escondidas se les llama “hide-and-seek”, y su traducción literal sería “esconder y buscar”. Esto último es un claro ejemplo de mala traducción. Pero en el caso de la primera traducción, yo creo que el traductor piensa por el lector, y que alguien piense por otro, por lo menos, no suena del todo bien. Lo que quiero decir es que el título fue interpretado además de ser traducido. La segunda traducción hace una referencia más directa y literal, y apela a que el lector encuentre otro nombre para darle a ese juego. Resumiendo: The Catcher in the Rye sería literalmente “El agarrador en el centeno”. El Cazador Oculto sería la traducción interpretada (predigerida, como diría Cortázar) y El Guardián en el Centeno, la traducción casi literal, apenas alterada por una cuestión de uso.

Sabemos que la traducción de los títulos de libros y películas responde a cuestiones comerciales y lingüísticas. Sabemos que las editoriales y las distribuidoras persiguen beneficios económicos y no apuntan a modificar la lengua. En el caso del libro de Auster, es claro el inexplicable ejercicio de economía en el sentido común. En el caso del libro de Salinger, hay una extraña convivencia de un mismo libro con dos títulos diferentes. Un buen traductor es más caro que un mal traductor. Hasta ahí estamos de acuerdo. Entonces insisto con que todo libro traducido debe contener una nota preliminar sobre la traducción, las dificultades, las interpretaciones. Digamos dos o tres hojas por libro. ¿Las editoriales habrán hecho la cuenta de que agregar esas tres hojas por libro las llevaría a la ruina? Si esa cuenta existe, permítanme dudar de ella.

Over.



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