martes, 25 de marzo de 2008

24/03/1976 - Parménides, S.O.S.



Más o menos sucedió en todas partes del mundo. Hay gente que se cansa, toma las armas (armas, justamente, un problema para el darwinismo!) y empieza a los tiros. Las revoluciones sirven, entre otras cosas, para saber de qué lado están los buenos y los malos. Es imposible que alguien no se identifique con algún bando. Y desde que existen los estados, naciones o imperios, los buenos son siempre los mismos, piensan lo mismo y terminan en los mismos lugares. Igual razonamiento para los malos. Pero lo peor, como decía mi viejo, son los que están en el medio, los que no se deciden por nada ni por nadie, esos son un peligro.

Acá en Argentina sucedió algo parecido. Y a lo que fue un genocidio lo llaman guerra, creyendo que así la cosa es más aceptable. Todo lo contrario, porque en una guerra sí hay dos bandos, y hay que tomar posiciones. Los malos de acá, los buenos, allá. En la 2º guerra mundial estaban el Eje y los Aliados, para ser didácticos. Cuando ahora el Mossad encuentra un nazi y lo manda a juzgar, es claro que no lo hace para que ese individuo se reinserte en la sociedad. La sentencia es meramente punitiva y casi nada disuasiva, como debe ser la ley cuando todo anda más o menos bien. El nazi va a seguir pensando igual, y los que lo apoyan seguirán alertas. El estafador no renuncia a su condición por el hecho de que le digan estafador, lo señalen o lo amenacen. La vergüenza que nos invadiría si fuésemos acusados de tal cosa, no es transferible al otro, al que ejerce su maldad, porque él ya ha aprendido a no verla, a no sentirla, a no enterarse nunca de nada.

Supongamos que el 24 de marzo de 1976 no hubiera existido en la Argentina. Supongamos que José Pablo Feinman hubiese escrito una novela con todos y cada uno de los actos que sucedieron durante la dictadura. Supongamos que Pino Solanas hubiese filmado la película de tal libro (ok, sería un documental de seis horas!) Bien, todos pensaríamos casi lo mismo que pensamos sobre un hecho real. Entonces de qué sirve la memoria, el nunca más, el no olvidar, si en definitiva no hace falta que un tipo torture a otro para que “Los buenos estén en contra de la tortura y los malos a favor”.

¿Si hay que juzgar a todos? Claro, para que sufran por haber hecho sufrir, por el ancestral convencimiento que tenemos de que el talión es una ley muchas veces justa. Pero los represores morirán represores, los asesinos morirán asesinos, los que los apoyan morirán apoyándolos, los traidores morirán traidores, y vos que mentís todo el tiempo, te vas a morir mintiendo.

Lo ideal sería que todos los buenos se juntaran y mataran a todos los malos. Como es muy difícil, se crearon las leyes y el Derecho. Como no solucionó todo, cada vez se venden más armas, suben los precios de los libros y no falta demasiado para que la pastilla pac – man de la culpa termine con el resto. Aldous, estoy contigo, seremos un Mundo Feliz.

PD: Amit me recuerda que Leibniz dijo que en el universo existen infinidad de mundos posibles, pero aunque ninguno de ellos es necesario, el elegido por Dios es el mejor. Te das cuenta Amit, estos tipos son los que necesitan los programas televisivos de política.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y los tibios?, los que se van a morir mintiendo, los que no sabian, ni saben, ni sabran...A esos , donde los ponemos, eh?
B.

Hernán Galli dijo...

No entiendo lo que decís, B. Los tibios deben de ser los que no se deciden por nada, y los que meienten no son los mismos que los que no sabem ni sabían ni sabrán. No sé si hay que poner a alguien en algún lugar. Para los mentirosos, un no lugar, desde ya. Para lso que no saben, que sepan. Y los que no sabían ni sabrán, los primeros dudo, pero los segundos, al forn de pà!
Y al bar triple "B", cuándo?