viernes, 18 de abril de 2008
A. está mejor
Cuando trabajaba en el estudio Contable, cada mañana, el jefe me daba el dinero para que viajara todo el día visitando clientes o pagando cuentas A la tarde, me pedía los comprobantes de cada gasto y yo debía devolverle la diferencia. A los dos meses dejó de hacerlo así que yo simplemente le decía los gastos de viajes que había tenido y eso era suficiente. Recuerdo que aquella noche me acosté pensando la cantidad de dinero que podía conseguir si inventaba viajes y en su lugar caminaba a todas partes. Sentí por primera vez que iba a tener mucho dinero. Y justo al otro día me encuentro con A. y le cuento sobre mi nueva empresa, que por poco me compraría una casa en menos de un año. Me acuerdo de que me miró, pero ella no estaba ahí, quizás a esa hora, en ese minuto, el mundo no era lo que tenía que ser, y eso le pesaba en los ojos y por eso me escuchó y no me dijo nada o a lo mejor qué bueno, buen plan, o algo así. Pasaron muchos años. En aquel trabajo duré seis meses, no me hice millonario y sé que A. está mejor
Over.
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