Antes de Fabián Casas, en Boedo “mandaba” Isidoro Blaisten. Permítaseme la bravuconada, porque Casas sigue creciendo y a Blaisten se le terminó la película. Justo en San Juan y Boedo estaba la librería donde el gran Isidoro atendía en persona y a donde iban varios autores a seguir perdiendo el tiempo. Su historia es conocida. Si no, se la busca. Yo empecé un poco por el final, por “Al Acecho”, y me cautivó, aunque no pude entrever el grado de humor y literatura que desbocaban sus cuentos.
Qué decir de un tipo que termina un cuento así: “El no lo sabe. Pero yo lo sé.”
Qué decir de un tipo que escribió cuentos magistrales y en cuanto termina su primera novela en 71 años, no va y se muere.
En su literatura hay humor, ese potrillo que si no se doma, termina rompiendo todo a su alrededor. En su literatura hay imaginación, otro caballito difícil. Pero a él le salía bien la mezcla, de receta oculta y alquimia escrupulosa. Había aprendido a dominar el rebenque que exige el tempo de las letras. Del poema saltó al cuento y cayó tan bien parado.
Alabado en notas y artículos, la verdad es que de él poco se habla, y es menor el lugar que tiene en la literatura del que se dice que ostenta. Lo que pasa es la gente no lee cuentos, dice el vendedor. Lo que pasa es que gente lee mierda, digo yo.
Imaginemos una gran fuente de agua que se va alimentando sin cesar de historias y cuentos. Allí están, sosteniendo el caudal: Arlt, Cortázar, Macedonio, Borges y nuestro gran Isidoro. Hermoso paseo. Es por eso que parece eterno el contenido, y nos lleva años dar vueltas y vueltas alrededor de palabras y signos para poder aprehender la belleza. Y también es por eso que a Dolina se lo lee a los quince años y se lo olvida a los dieciocho.
Lo mejor es lo que escribió. Apunto algunos escritos de “El Mago”, de 1974, cuando la librería todavía estaba abierta y la melancolía no había decidido cerrarla. Y yo recién entraba en la película
El Desarrollo y
Sólo los chicos creen. Pero los chicos crecen.
El Equilibrista
Lo que nunca alcanzó a oír el equilibrista, antes de ponerse a caminar sobre la cuerda floja, fue que en el poste de la otra punta un peón de circo le dijo al payaso.
- Pa mí que esta soga no aguanta
El Bigote de Lujo,
La estudiante de Ciencias de
El lustrabotas los miraba pasar a la vera de
Un día Severino Aníbal Mangiabróccoli se afeitó el bigote.
La estudiante de Ciencias de
El lustrabotas dejó de silbar.
Y termino con este que me parece soberbio.
Los Centinelas Nocturnos.
- ¡Alto! ¿Quién vive?
- Por favor, seamos coherentes. Soy petiso y estoy muerto.
- ¿A qué viniste?
- A llevarte.
- No puedo.
- Podés. Vamos.
- No puedo abandonar mi puesto.
- Podés.
- Tengo que cuidar la noche.
- La noche es grande y se cuida sola. Vamos.
- No me hagas poner nervioso. Está por amanecer.
- Entonces prometeme que no vas a decir nada.
- Prometido. Vamos.
- Esperate.
El centinela y el otro se van. En mitad de la noche ha quedado un fusil Mauser, modelo argentino 1909, de cuyo caño comienza a brotar una extraña flor.
Over.
3 comentarios:
Al fin alguien que se acuerda de él, lo descubrí en la secundaria y está entre mis favoritos. Lamento tantísimo no haber podido conocerlo. No se, siempre me dió la impresión de que era alguien que tenía que conocer.
Te recomiendo mucho "Anticonferencias".
Me gustó tu blog, saludos!
Blaisten y Macedonio juntos sería tremendo, ¿no?
¡Ni hablar!
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