domingo, 8 de junio de 2008

Jo peux falar viele jezica ( yo puedo hablar muchos idiomas)







El título, de básica originalidad, pastiche de varias lenguas romances, es lo primero que se me ocurrió para escribir sobre la xenoglosia, que no es lo mismo que la glosolalia, aunque ambas no están lejos de los neologismos, las vidas pasadas, la chapucería y demás yerbas.

A ver, si desmembramos la palabra xenoglosia, nos encontramos con “xeno”, que significa extraño o extranjero (usted recordará “xenófobo”, tan de moda en Europa, últimamente), y por el otro lado con “glosa”, que vendría ser lengua o lenguaje (además del título de un gran libro de Saer). Y ahora viene lo bueno. En principio se le llama xenoglosia a la supuesta capacidad que tendría una persona de hablar una lengua que no conoce. Claro está que dicha facultad es ejercida en medio de trances hipnóticos o estados similares.

Dada esta situación, muchas veces se infiere que el sujeto en cuestión está rememorando vidas pasadas, supuestamente encarnada en otra persona que hablaba el idioma desconocido. Sí, no me he privado de dejar clara mis dudas al respecto. En primer lugar, descreo de cualquier tipo de reencarnación, por lo que la xenoglosia no me tuerce ni un ápice mi opinión. En principio, estoy seguro de que la mayoría de estos casos tiene algún tipo de explicación común y corriente si es que el estudio busca razones.

Ahora bien, supongamos que se da un caso paradigmático, en donde realmente la persona habla en perfecto alemán cuando jamás salió de su aldea española. No me cabe ninguna duda de que la genética tiene todas las de ganar. Más aún, la reencarnación no sería más que un caso en el que los genes han rodado a través de la sangre hasta despertarse imprevistamente en alguien. Ya sea por un hecho traumático o bien por inducción hipnótica, la cadena de ADN ha soltado un eslabón que se comporta, digamos, de manera inesperada y cuya información remite a alguien cuya existencia dista cientos de años de la actualidad.
Genial y copiosa de ficción, la xenoglosia sólo deberían encantarnos en la literatura o el cine.

Ahora bien, qué es la glosolalia. Básicamente consiste en la invención de palabras adjudicándoles un significado. Otra bella definición de universidad, sería: “Uso de palabras o grupos de palabras, metáforas, onomatopeyas, interjecciones, estrofas etc. que no tienen un referente determinado y la significación de las cuales está presente más en el significante meramente acústico que en el significado que puedan acarrear.”

Aquí se debe abrir una doble interpretación. Por un lado, está la relación de la glosolalia con el “don de lenguas”, de carácter religioso o chamánico, en donde esta “invención de palabras” no es arbitraria y sí tiene mucho que ver con la divinidad o bien espíritus intercesores cuyas demandas o mensaje se exteriorizan de tal modo.

La segunda interpretación es médica, y hace referencia a una enfermedad que afecta al lenguaje, consistente en que el enfermo crea palabras y las dota de significación. Otra vez estaríamos ante un origen traumático o bien de urdimbre emocional. Estamos bastante cerca de alteraciones tales como la ecolalia o la criptolalia.

Ahora debo atar todo con la idea de neologismo. Es claro que básicamente, la invención de un término con la debida intención no admite las acepciones de las palabras en cuestión. Pero tampoco es desatinado observar que la práctica sana o cuerda de un ejercicio lingüístico, da por simple inferencia la posibilidad del mismo proceder de forma insana o trastornada.

En lo que a mí respecta, no me queda ninguna duda de que estamos ante alteraciones de la conciencia y del sistema de lenguaje que se ubica en nuestro cerebro, y que cualquier otra interpretación tiene una clara intención esotérica sin fundamentos aprovechándose de un hecho asombroso. Ciencia y literatura, ¿cuál es una mágica forma de la otra?



Over.



PD: Francois me recuerda el caso del niño encerrado en Ciudad de Cristal, una de las patas de la Trilogía de Nueva York, de Paul Auster. Y de paso me pide que investigue la vida de Salinger quien al parecer sufría de algunas de las dos enfermedades, no recuerdá cuál con exactitud. Hablando del tema, Salinger deb andar por los 90 años y que yo sepa no murió. ¿Sigue escribiendo la interminable novela? ¿De qué hablarían Salinger y Rulfo?

No hay comentarios: