miércoles, 18 de junio de 2008

Olor a hornos, otra vez.





En pocos párrafos y para que sea simple. Voy a escribir sobre el fascismo como una política e ideología de estrategia delicada y sobresaliente. Veamos el procedimiento:


1) En principio tenemos que incentivar el nacionalismo, con fuerte arraigo a la tierra y con un concepto de patria en el cual nuestras individualidades sólo tienen sentido en función de un proyecto colectivo. Se profundiza el sentimiento de pertenencia, de grupo, de clase, de raza, y al mismo tiempo se exacerba esa condición, de modo tal que todo aquel que “no pertenece”, es un claro enemigo al proyecto.

2) Dada la anulación del individuo (algo de lo que no están lejos las religiones occidentales monoteístas), se produce un traslado de la angustia personal a un plan general, por lo que las frustraciones se canalizan en un magma social indefinido.

3) Sí, el final del punto dos es engañoso. En realidad, esa “indefinición” es aprovechada por el líder que agrupa y “contiene” al pueblo, a través de su gobierno férreo e incuestionable. Se resume en él, el concepto de estado de bienestar, aunando la figura del padre protector que velará pos sus intereses, castigará a quién no se comporte como corresponde y amará a quien lleve adelante sus designios.

4) La humanidad está claramente frustrada. Las angustias son parte del ser humano, socavando su iniciativa y su razón de ser. Entonces, qué mejor que un sistema que ofrezca “protección” a tal estado de ánimo

5) El líder no puede tener obstáculos, porque sólo él sabe cómo conducir. Fue investido como guía espiritual, económica y política del nuevo grupo, el conductor de la tribu al que hay que halagar y ayudar todo lo que se pueda.

6) Otra de las grandes estrategias es la de buscar un enemigo, lo más real posible, y que en definitiva tenga casi ninguna arma para defenderse. Si la economía va mal, el progreso se frena o el futuro cobra oscuridad, es ese enemigo el culpable de todo. Una vez establecida la conexión, la brutalidad con la que se denota a ese otro es brutal. A fuerza de tortura y daño, quien reduce el supuesto poder del enemigo, supone un vital aporte a la causa, y su acto de individualidad sólo cobra sentido en función del gran líder a quién tributa con ese acto. Y la retroalimentación desquiciada de esta violencia termina por enceguecer a cada individuo, como fuera el caso de la conocida Matanza de Jedwabne.

7) Bien, ya tenemos despersonalizado al ciudadano, responde al guía patriota, si algo sale mal tenemos al enemigo que el líder indique, ahora debemos expandir nuestra idea perfecta para que la comunidad sea el universo, y todos puedan seguir al guía o bien, exterminar al que se oponga ya que es el culpable de horadar la esperanza de un mundo mejor y de excelencia.

La historia ya ha puesto de manifiesto el traslado a la práctica de todo lo antedicho. Ahí están los protocolos de Sion, sórdidamente inventados por la Rusia zarista. O la propaganda antisemita de la que fuera parte la película Der Ewige Jude, del nazi Fritz Hippler. O la falsa concepción del olor de los negros, la degeneración de los homosexuales o la culpa de la inmigración en la baja de empleo o aumento de la tasa de delitos. Y después de la propaganda llegan los crímenes de odio, la explotación de las minorías y la injusticia contra el pobre. Curioso segmento este último, que por tratarse de una porción mayoritaria del mundo, se la trata como una minoría.

Asimismo y concluyendo, no sorprende afirmar que la humanidad, en su gran mayoría, sostiene, subscribe y reclama este tipo de regímenes o ideologías, y que los conceptos de orden y justicia empobrecen sus significados, torcidos según la necesidad de quien los interpreta. La ignorancia y el proceso de desculturización a nivel mundial, no hacen más que permitir el avance cada vez más notorio de este tipo de gobiernos, en los que el estado y el pueblo son lo mismo. La búsqueda del Lebensraum es conferida al guía que según su mentalidad superior, siempre sabrá cuánto lugar se necesita para que se lleve a cabo el proyecto. Las naciones se unen para explotar al débil y adular al triunfador, únicos caminos válidos. La acumulación de capital es el precario escudo contra la angustia, el cual cede ante la mínima merma o simplemente cuando se estrella contra lo endeble de su propósito.

Por último, se da en estos tiempos del inverosímil siglo XXI, un velado post-fascismo o neofascismo (creo que el primer nombre es más preciso) que renegando y condenando aquel sistema oprobioso nacido entre las guerras mundiales, termina por hacer uso de todos y cada uno de los medios ya probados: la propaganda, la anulación del individuo, las banderas, las religiones, la demarcación cada vez más celosa de las fronteras, y el raro y falaz discurso de la salud, el bienestar, el trabajo y la acumulación, en boca de quien sabe que sólo se llegará otra vez al líder, a ese guía espiritual que de todos los males de este mundo nos sanará. Y amén.




Over.

PD: Francois me informa que en el día de la fecha se aprobó una ley que permite a los gobiernos de la comunidad, expulsar inmigrantes ilegales, detenerlos por un periodo de hasta 18 meses y denominarlos "retenidos" en centros de "retención". Es decir, un ser humano va preso por buscar trabajo, y otro que mata con su auto, puede pasar tranquilamente la mitad de la condena del primero en la cárcel. Amit habló con Francois y le dijo que la rueda ya comenzó a girar de vuelta. La historia nunca se repite como comedia, mon cheri. Francois está callado y con la mirada caída. Es mi amigo.

1 comentario:

Hilario dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo.
Solo un posible añadido. Todos los nacionalismos tienen en su memoria historica un momento en que a los perros los ataban con longaniza (que se dice aqui) Todo era maravilloso hasta que llegaron los OTROS y lo estropearon. Para algunos eso fue hace dos siglos y para otros mil años. Pero todos los nacionalismos que conozco tienen ese mito.