viernes, 16 de mayo de 2008

Lento lívido amarillo






Como François está de viaje por la India y antes de irse de Bombay me dijo que en el pueblo a donde iba por suerte no había computadoras, me preguntó si quería que me comprara algo. No me salía nada. Como vio que tardaba, me escribe: “¿Puedes creer que India viene de Indo que a su vez viene de Sindhu que significa “río” en sánscrito? Ya sabemos que la palabra río entra en la caja de sorpresas.” La caja de sorpresas es algo que deberé explicar alguna vez. Antes de despedirnos le pido que me diga una palabra. “¿Una palabra?”, Sí, una palabra, la que se te ocurra ahora. “Lividez”.

Lo primero que recuerdo es ese poema de Shakespeare que dice: "When I consider everything that grows / Holds in perfection but a little moment". La certeza de que todo se marchita cuando crece, como una operación de equilibrios que quita y da. Y me acuerdo de “when” pronunciado “juen” por un Sean Connery en su salsa.
¡Digresión, alumno, concéntrese en el tema!
Ok, eso, la línea del soneto de Shakespeare que habla de la lividez de lo perfecto, que apenas surge se desploma.
Y qué decir de Pessoa cuando escribe: "La luz se había tornado de un amarillo exageradamente lento, de un amarillo sucio de lividez. Habían crecido los intervalos entre las cosas, y los sonidos, más espaciados de una manera nueva, se producían inconexamente. Cuando se oían, terminaban de repente, como cortados". “La lentitud del amarillo”, qué seductora perfección nos recorre los ojos cuando la leemos. Y la lividez ensuciando esa velocidad. Y para colmo, se encadena esto otro del poeta portugués: "Espaciada, una luciérnaga va sucediéndose a si misma. En torno, oscuro, el campo es una gran falta de ruido que huele casi bien".
Aquellos intervalos entre las cosas son la calma de la luciérnaga. ¿Soy yo o la hermosura de “la luciérnaga va sucediéndose a sí misma” es soberbia?

"Lividez", me dijo François. Otra palabra para la caja de sorpresas.


Over.


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